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La crisis se ha llevado por delante buena parte del ecosistema empresarial español, que como todos sabemos está formado mayoritariamente por pymes y autónomos. Muchas de esas pequeñas pymes tienen naturaleza y forma cooperativa, y han tenido que enfrentarse a los mismos obstáculos y retos que han hecho que muchos otros, lamentablemente, se hayan quedado por el camino. Una cooperativa debe funcionar y funciona, cuando realmente lo hace, como cualquier otra empresa. Su naturaleza asociativa y su vinculación al territorio donde desarrollan su actividad no la eximen de cumplir con las reglas del mercado.

Más bien al contrario, la cooperativa agroalimentaria, por ejemplo, es precisamente una herramienta de participación en la economía de aquellos productores que, por su tamaño reducido, tendrían difícil acceder a un mercado tan competitivo.De modo que deciden unirse a otros pequeños productores en una estructura mayor para generar economías de escala (o, como se dice ahora, “sinergias”), y obtener una mayor rentabilidad por su trabajo.

Pues bien, para aquellos que todavía piensan que el mundo rural está reñido con el dinamismo y la eficiencia de la empresa moderna, vamos a darles unos cuantos argumentos que dejan muy mal parado ese tópico.

La Cátedra Cajamar de Cooperativismo Agroalimentario de la Universidad Politécnica de Cartagena acaba de publicar un estudio, realizado a partir del análisis de un millar de empresas cooperativas de todo el sector agroalimentario español, en el que destaca el aumento de la rentabilidad de este sector en los últimos años, coincidiendo precisamente con el mayor descalabro económico de nuestra historia reciente.

En estedocumento, cuya consulta está disponible en la web de Publicaciones de Cajamar, se aborda la evolución reciente del sector desde la doble perspectiva empresarial (en cuanto a crecimiento y rentabilidad) y financiera (en lo relativo al nivel de endeudamiento e inversión y el estado de tesorería), que son los factores que determinan a corto plazo su competitividad.

En España hay más de 3.800 cooperativas, que agrupan a más de 1,2 millones de productores agroalimentarios. Estas empresas generan casi 100.000 empleos directos y facturan más de 26.000 millones de euros al año, un 60 % del total de la producción agropecuaria.

Es un sector fundamental para nuestra economía, que en términos generales arroja unos datos positivos: su facturación ha crecido un 19 % entre 2011 y 2013, y el margen de negocio se ha duplicado, mientras que su carga financiera no supera el 1 %. Al margen de los buenos resultados, en los últimos tres años, el tamaño medio de estas empresas de economía social se ha incrementado también en un 22 %.

Merece la pena investigar las bases de este crecimiento, y comparar nuestro modelo con otras experiencias similares en los países más avanzados. Por todo ello, otra de nuestras cátedras, laCatedra Cajamar de EconomíaSocial de la Universitat Politècnica de Valènciaparticipó, el pasado mes de septiembre, en la organización de un encuentro internacional sobre integración cooperativa.

Muy pronto difundiremos en la web de Cajamar nuevos trabajos sobre uno de los motores fundamentales de nuestra realidad productiva y, por cierto, uno de los que tiene una mayor presencia internacional, con la voluntad de seguir aportando conocimiento y, de paso, desmontar falsos tópicos sobre un sector tan relevante.