En su intervención de clausura, el presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, ha compartido con los delegados algunas reflexiones sobre diferentes temas de interés relacionados con el uso de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, la sostenibilidad y el sector agroalimentario.
En concreto, sobre el futuro del sector agroalimentario, ha dicho que debemos ser conscientes de que el gran reto de la humanidad en los próximos años será la alimentación.
“Hace unos meses superamos los 8.000 millones de habitantes y en el 2050 superaremos los 9.000, y las necesidades alimentarias se incrementarán en un 50 %. Si a esto añadimos los efectos del cambio climático, podemos llegar a comprender la magnitud del reto, pero también la oportunidad que supone para un sector donde nuestro país es referencia internacional.
Sin embargo, la sequía y la escasez de agua ha pasado a ser un problema estructural y generalizado. Ante este gran reto, en Cajamar, con nuestra Incubadora de Alta Tecnología del Agua, estamos promoviendo la búsqueda de sistemas más eficientes en el uso y la obtención de agua de riego. Y también estamos a la cabeza en la financiación de proyectos de la mejora de la eficiencia de los regadíos, porque consideramos que el regadío debe ser percibido por la sociedad y por las Administraciones Públicas como la solución y no como un problema.
Precisamente por ello, España necesita más que nunca una correcta planificación de regadíos, para que sigamos manteniendo nuestra posición de liderazgo en la UE y sigamos garantizando un suministro estable de alimentos a la población. Debemos ser conscientes de que la demanda mundial de alimentos se está incrementando año a año, y que la oferta si se reduce, no solo conllevará un incremento de precios, sino a un incremento de las tensiones internacionales y de los flujos migratorios.
Por ello, no es el momento de desencuentros ni de tensiones que confunden y nos alejan de soluciones a la altura de las necesidades. Es el momento de grandes pactos y de acuerdos entre las administraciones públicas, sean estas comunitarias o nacionales, con una visión alejada de coyunturas cortoplacistas.
Afortunadamente contamos con un sector cada vez más profesionalizado y eficiente, pero que necesita políticas a largo plazo, a la altura de los retos actuales, que planteen un horizonte cierto, que permita invertir con elementos de certidumbre, para estar en condiciones de atender una demanda de alimentos creciente y global”.