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El Grupo Cooperativo Cajamar se sumó a la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales el pasado 15 de octubre, puesto que forma parte de nuestro ADN Agro trabajar con el sector agrícola y fomentar por supuesto, desde nuestra posición, la igualdad de género en el mismo

Para reflexionar sobre estos datos y la realidad en nuestro entorno, le hemos preguntado a Encarnación de la Cruz Fernández, técnico de Innovación Agroalimentaria en Cajamar, que convive cada día con esta realidad.

«Yo he tenido la gran suerte de nacer en el medio rural y, aunque actualmente vivo en una ciudad, esta depende en gran medida de la agricultura y laboralmente sigo vinculada. El mundo rural es un entorno donde hay que sacar el mayor partido a lo que tienes o dispones y gestionar de la mejor manera posible las adversidades, falta de medios e infraestructuras, desigualdad de oportunidades, estereotipos, etc. Vivir en un medio rural con falta de recursos es un reto al que hay que enfrentarse cada día».

«Es cierto −continúa Encarnación− que la mujer es igual de capaz que los hombres pero, por muchos factores, su trabajo no se ha hecho visible. En las explotaciones familiares es la colaboradora necesaria del cónyuge, compaginando este trabajo con la casa y la familia, sin recibir remuneración económica por ello. Mi experiencia me lleva a pensar que es en estas empresas agrícolas donde existe la mano de obra femenina son las que cuentan con un valor añadido en su gestión».

En explotaciones con mayor tamaño y en aquellas con procesos automatizados, la presencia de mujeres es mucho menor, tanto en los puestos de trabajo como sobre todo en la toma de decisiones. «La falta de oportunidades ha provocado que muchas mujeres, principalmente las más jóvenes, emigren para formarse. Parte de ellas están volviendo a su lugar de origen y ante la falta de ofertas laborales han recurrido al autoempleo, poniendo en marcha iniciativas propias que han provocado una dinamización del medio rural, evitando así su despoblación y mejorando la economía familiar».

Las mujeres van a aportar que el mundo rural tenga un asentamiento poblacional, evitando la masculinización y envejecimiento, un impulso de la diversificación económica, generación y oportunidades de empleo

«Actualmente –concluye nuestra compañera− la mayor parte de las iniciativas creadas en el mundo rural están siendo puestas en marcha por las mujeres, destacando el turismo rural, servicios a personas, transformación de productos agroalimentarios y recuperación de productos y oficios artesanales».

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 % de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Sin embargo, según datos de la ONU Mujeres, «las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor».