Cajamar ha reunido en Madrid a una docena de especialistas contrastados en diversas ramas de la agroalimentación en el Foro ‘Prospectiva de la agricultura española 2050’, con el objetivo de reflexionar sobre los retos del sector en el medio plazo y las claves para mantener nuestro liderazgo competitivo en el mercado global. Tras la apertura del evento a cargo del director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar, Roberto García Torrente, han intervenido, entre otros, Elías Fereres, de la Real Academia de Ingeniería; José María García Álvarez-Coque, de la Universitat Politècnica de València; el consultor David del Pino y Tomás García Azcárate, del CSIC.
Elías Fereres, de la Real Academia de Ingeniería, ha abierto el encuentro defendiendo la función social del agrónomo, a menudo invisible, asegurando que “de aquí a 2050 habrá que cerrar la brecha del rendimiento agrario –diferencia entre lo que se produce y se puede producir–; reducir las pérdidas pos cosecha, que se sitúa cerca del 30 %; diagnosticar correctamente los problemas de sostenibilidad y corregirlos, y evitar la volatilidad de los precios de los alimentos. Y para ello será fundamental la nueva agronomía”.
Por su parte Marta Tortajada, de Biópolis, en su intervención sobre el futuro de la biotecnología ha señalado: “La biotecnología supone un cambio de modelo productivo y una actuación integrada de los productores de materias primas y de los usuarios y la existencia de nuevas cadenas de valor”. Y ha previsto que también generará oportunidades para todos los actores de esas nuevas cadenas de valor. De ahí que sea importante que” España deba fomentar esas tecnologías en los próximos años porque si no serán otros países los que recojan ese testigo”, ha remarcado.
La exposición de Emilio Rodríguez, de la European Commission Joint Research Centre, ha versado sobre el futuro de la biotecnología y se ha centrado en el futuro de los cultivos transgénicos, indicando que esto se concentran en cuatro tipos, fundamentalmente soja, maíz, colza y trigo, cuyos principales productores son los continentes americano y australiano. Y ha augurado que no es previsible que se extienda a otro tipo de cultivos, debido a que es una tecnología regulada, por su aceptación social y por los problemas de las patentes. Es previsible –a su juicio– que países asiáticos, como China, India, Indonesia y Filipinas, pero será para el consumo interno de sus mercados.
En la segunda sesión, Inés Mínguez, de la Universidad Politécnica de Madrid, ha expuesto algunas de las posibles medidas en España ante el cambio climático. A su juicio: “Se deberán realizar adaptaciones autónomas con cultivos flexibles, como forrajeros, raíz o tuberculosos; cultivos leñosos con menos necesidad de frío”. Mínguez ha puesto el ejemplo del cultivo del maíz que con el cambio climático y la subida de la temperatura se está cosechando en países del norte de Europa, así como el cambio en técnicas de cultivo, como la vid en espaldera. También ha apuntado a la necesidad de ahorrar agua para destinarla al riego, con una gestión más racional, y ha pedido a la industria de la biotecnología que para los próximos años diseñen “variedades resistentes a elevadas temperaturas, a déficits hídricos y a plagas y a enfermedades.
Diego César Alarcón, de CIRMAT-Plataforma Solar de Almería, ha indicado que “hoy en día el uso de las energías renovables a precios competitivos son ya una realidad y sus problemas son la previsión y la variación según los recursos disponibles, ya que no existe la posibilidad de almacenamiento energético de manera generalizada. Ha manifestado que en las próximas décadas habrá que pensar en términos de “penuria hídrica y mejorar la eficiencia, fomentar las técnicas de depuración y reutilización, y emplear la desalación del agua”. Respecto a la situación actual de España ha indicado que no se implantan más plantas renovables porque estamos llegando al límite, y esto ha sido posible gracias a las ayudas. Para finalizar ha demando que “se debería pensar también en ayudas para las plantas desaladoras“.
Finalmente, en su ponencia sobre robotización y automatización en la agroalimentación, Eduardo Fernández, de la Universidad de Sevilla, ha asegurado que “la tecnología ha llegado y la agricultura de precisión va a ser fundamental en los próximos años, ya que eleva la eficiencia, utilizando menos recursos, y la automatización y robotización van a consolidarse en el campo, lo que hará que el trabajo sea más tecnológico y ayude de manera importante en la toma de decisiones a los agricultores“.